sábado, 29 de abril de 2017

SONETO ESTRAMBÓTICO A LAS FIESTAS DE SAN MIGUEL.









"Han pasado doce meses, un año,
y llegamos otra vez a San Miguel,
pensando de cómo me las apaño
para escribir algo nuevo para él.


Desde aquel día que vi la luz, antaño,
siempre he sido para nuestras fiestas fiel.
Igual no me creéis, pero no engaño,
son las mejores del Campo de Montiel.


Se vislumbran las vacas por el valle,
los bueyes por delante, con cencerros
y los mozos esperan en la calle,

correr los tradicionales encierros,
Y Dios no quiera, que yo nunca me halle
fuera, sino por dentro de los hierros.
        
Estrambote         
¿soneto?...o muy aproximado,
puede que con algunos yerros,
escrito por Antonio Maldonado".


2014.



sábado, 22 de abril de 2017

EN MIS SESENTA AÑOS.







"Ha cambiado el pueblo mucho
en éstos, mis sesenta años,
ahora en casa yo me ducho,
sin ir a Perete a los baños.
También me "efalagaba"
metiéndome en un lebrillo
y por si acaso me ahogaba,
ponía al lado un martillo.


Tenemos ya agua potable
y no cagamos en el basurero,
que la taza es más confortable
y no hay que hacer agujero,
por muy bien que lo tapabas,
luego escarbaba la gallina,
hasta que la encontraba
y se comía la "catalina".


¡Qué tiempos aquellos!,
como no había secador,
secaban las mozas los cabellos
en la puerta, tomando el sol.
Porque no estaba Llongueras,
no había tanto champú,
ni nada que se le pareciera,
bueno, el detergente Tu-Tú.


Con jabón de aceite y sosa
se lavaba toda la ropa
en tabla o en una losa,
allí, frota que te frota.
Se pasaba la madre horas,
en un arroyo y en los pozos,
porque no había lavadoras,
verla blanca eran sus gozos.


En la lumbre se hacían los guisos,
tanto en invierno como en verano,
la orza, llena de lomo y chorizos
y no había quien metiera la mano.
"A ver si nos llegan a la siega",
más de una madre nos decía,
te mandaba a por vino a la bodega,
y sin rechistar se obedecía.


"Cuando venga tu padre te vas a enterar,"
decían las madres también muchas veces,
el muchacho se escondía para esperar,
a su padre con la correa hecha dobleces.
Al padre se le tenía mucho respeto
se le ayudaba lo que se podía,
terminaba y te quedabas quieto
hasta ver qué era lo que te decía.




Cantaba Jose Luis Perales
en una emisora de radio,
cuando vivía en los Ardales
lo escuchaba casi a diario.
Luego vino el radiocasete,
donde grababas las cintas,
que escuchabas varias veces
con canciones distintas.


Cuando era yo un "zaramingo"
me daba mi madre cinco duros,
y me sobraba de pasar el domingo,
y éso que ya fumaba puros.
Entonces había de sobra trabajo,
y eran las cosas de otra manera,
dejabas las herramientas en el tajo,
y te ibas a jugar al fútbol a las eras.


Recuerdo hace muchos años atrás,
con pantalón campana y melena,
nos recibían los paulatos a "pedrás",
al traernos la Virgen de Mairena.
Hoy estamos ya más civilizados,
y peleamos cantando canciones,
cuando hacemos ambos traslados,
juntos le vamos rezando oraciones.


"Del cielo vengo mandado
del árbol del Paraíso,
vengo a ponerme a tu lado,
si me quieres de compromiso."
Al pretender a una mujer,
yo sé de uno que éso le dijo,
pero no tuvo nada que hacer,
pués ella lo mandó al "pijo".


Algunas, las pretendieron tantos,
que dudo mucho en la elección,
por éso, quedo para vestir santos
esperando una mejor ocasión.
Ahora es una amable solterona,
que vive con su madre o sola,
echando de menos esa persona
que al despertarse le diga, hola.







Si se quedaba la novia "preñá",
no se podía casar de blanco,
porque estaba la suegra "empeñá",
que la nuera iba por el dinero del banco.
Luego algunas hacían las paces,
otras tenían ya una herida
que luego, aunque mucho la abraces,
la durará la herida toda la vida.


Y ya por fin, vamos de boda,
chocolate, bizcochos y soletillas,
la casa está llena de gente, toda,
hasta en el patio y la cocinilla.
Al mediodía, cocido con sus fideos,
te llenaban con colmo el plato,
y te rechupeteabas los "deos",
después a echar la siesta un rato.


Más tarde, baile y a "restregar la cebolleta",
las mozas ponían los codos en el pecho,
para evitar que se le arrime la bragueta,
pero más de uno novio así se ha hecho.
En la cena, carne con salsa,
y escuchar a los recién casados,
que se salen por la puerta falsa,
dejando a los escuchas, preparados.


Cuando el matrimonio tenía una chiquilla,
te decían por las calles la gente,
"ya tú luego comes tortillas",
todos sabemos ya el referente.
De que llamaron los padres de él,
y no les abrieron la puerta,
pero al llegar los de ella, fue él
quien no les dio la misma respuesta.


Aunque entonces había machismo,
yo lo sé, porque lo vi en mi trabajo,
el refrán, que hoy dice lo mismo,
"ruégale a Dios, que el tejado esté bajo".
La mujer es economista y ahorradora,
es el equilibrio en el mismo hogar,
cría con esfuerzo a sus hijos y los adora,
y además tiene que trabajar".



domingo, 16 de abril de 2017

BUSCANDO RIMA.





                                                    Foto cedida por Miguel Felguera.



"Quisiera ser poeta de fama,
como Garcilaso o Calderón,
para escribir en el programa 
de San Miguel nuestro Patrón.


Comenzar con un soneto
como el de Lope de Vega,
no consigo ni el cuarteto
y el terceto menos llega.


Leo a Miguel de Cervantes
para ver si aprendo algo
de los escritores de antes,
pero creo que no valgo.


Pruebo con los modernos,
como con Joaquín Sabina,
he gastado dos cuadernos,
¡y no llego ni a una rima!


He llegado a la conclusión
que para felicitar la Fiesta,
es mejor cantar una canción
aunque sea sin orquesta.


Que la Fiesta no pare, no,
que la Fiesta no pare,
que San Miguel no se acabe, no,
que el año es muy grande".


Mi agradecimiento a Miguel Felguera por la cesión de esta fotografía.




lunes, 10 de abril de 2017

CON VINO.






"Se fue la lluvia y el sol vino,
la cepa maduró la uva,
que maceró en la cuba
y salió un gran vino.

Es un líquido divino,
se convierte en sangre,
agrio en vinagre
y con sifón combino.

No hay que ser adivino,
si dicen, tinto y en botella,
para saber que no lleva ella
lácteo de ganado ovino.

No es lo mismo ven, Gabino,
que Gabino ven.
Fresco lo sirven
en la posada de Silvino.

Hay ferias, como Fervino,
porque el vino interesa,
vienen muchas empresas
hasta del pueblo Caravino.

Este poema me advino,
hablando con un amigo
que pasó la tarde conmigo
tomando un buen vino.

Su nombre es Balbino,
para dar más señas,
vive en Valdepeñas
y usa el catavinos".


lunes, 3 de abril de 2017

LA SOLEDAD DE LOS MAYORES.




I.

"Con doce años viví la Guerra Civil,
como todas las guerras, cruel e injusta.
Me pongo a pensar, aunque no me gusta
lo que pasé en aquella contienda vil.

Después, el cuarenta y cinco con el hambre,
comiendo berbajas y trompillos de jara
o esperando "mandauras" que otro dejara
y así desde chico hasta que me hice hombre.

Luego me fui de pastor a los Canforros
trabajando día y noche por un pan de kilo,
para que compre mi madre un real de hilo
y ponga a los calzones, bolsillos con forros.

Coge el borrico, con el serón o las aguaderas,
y vete al pueblo, que te toca hoy la mudá.
Aparejo corriendo y monto sin ninguna duda,
menuda alegría me daba, cuando veía las eras.

Empezaba yo entonces ya, a mi mujer rondar,
se asomaba de pasanteo alguna que otra vecina,
yo aguantaba toda trasnochá tras de la esquina,
había noche que no pillaba ni el agua de fregar.

Por fin me hice novio y hablaba tras la manta,
en San Miguel le compraba las almendras,
se las daba a sus hermanas y se iban tan "telendas",
ya no las veía hasta que llegaba Semana Santa.

Pasaron cuatro o cinco años y nos casa el cura,
venga recoger las primas las jícaras, los platos,
mientras, otras a planchar y colocar los hatos.
Me decían:¡Qué la boda llegue hasta la sepultura!

Llegó la emigración y me fui a Barcelona
donde se trabaja en fábricas como la SEAT
y echas un chorro de horas, que no veas,
aunque dicen allí, que así la bolsa "sona".

Así pasaron los años hasta mi jubilación,
pero hasta el final en trabajo envuelto.
Ahora no trabajo y cobro buen sueldo
y antes trabajando no cobraba ni un jaldón.




                 II.

El matrimonio se rompe porque así lo quiere Dios.
Toda la vida luchando con trabajo y por amor,
no te tengo a mi lado, mi cuerpo es un clamor
porque te llevaste a uno y no te acordaste de los dos.

No necesito tus besos, ni tampoco tu pasión,
quiero tu compañía, que necesito como el sol,
al que busca cada mañana la planta del girasol.
¿Quién me traerá ahora la pastilla de la tensión?

Estás en el camino al que todos tenemos que ir,
te imagino subiendo despacio hacia el cielo
y yo que tanto te quiero, aquí solo me quedo,
llorando y sufriendo, porque no te puedo seguir.

Cierro la puerta y se me cae la casa encima,
¡qué soledad más grande!
¡qué penar tengo por delante!
porque a la casa de un viudo, nadie se arrima.

Se dice que el que pierde es el que se muere,
es muy fácil dar ánimo y decir eso en el duelo,
pero cuando me quedo solo, no tengo consuelo
y estoy peor que si tuviera el cólico miserere.

Como pasó en el Monte del Calvario,
se reunieron y se repartieron tu ropa,
que ésto para ti y lo otro a mi me toca,
salgo fuera, por no decir un desvarío.

Llegan las fiestas y dicen que es alegría,
en cambio yo, tengo mucha más pena
y como si se tratara de una condena,
cuento uno por uno hasta el final cada día.

Sabemos que la muerte es ley de vida,
nacemos para morir, cuando Dios quiera,
pero nadie queremos que se nos muera,
de nuestra familia la persona más querida.






                       III.

Malcomiendo toda la vida por dejar herencia,
para dar carrera a alguno de mis cuatro hijos
y tener dineros, en los bancos a plazos fijos,
pero ahora, yo me veo en una residencia.

Dicen que muy buena y además cara,
pero eso...es un cuartel, a cenar a las ocho,
por la mañana, pastilla, leche y el bizcocho,
menos mal que nos dan cosa de cuchara.

Y si no te gusta, van y te ponen a meses,
que si te toca, que si no, todos pendientes,
al final eres un mueble, pero con dientes,
comes y donde te dejan, no te estremeces.

Cuanta pena y soledad nos espera a los viejos,
con lo poco que nos cuesta hablar con ellos,
lo que quieren a sus nietos éstos o aquellos
y tener a sus hijos más bien cerca que lejos.

El tabaco dice que mata, la soledad también,
te van comiendo por dentro, sin darte cuenta
y luego si llegas a los setenta o a los ochenta,
dices: Aún estoy vivo, pués mira que bien.

Ya ni siento ni consiento, ni me entero de "ná",
no puedo comer chorizo, ni nada que tenga sal, 
beber un trago de vino, aunque a veces me da igual,
solamente las verduras y la pechuga "empaná".

Se está aproximando el final, ya lo presiento,
tengo un peso en el pecho, se acaba mi vida,
ya me voy a juntarme con mi esposa querida,
porque veo a San Pedro y pierdo el a...li...en...to.

Aunque no tengo próximo entrar en el INSERSO,
quería hacer algo por los mayores y su soledad,
para concienciar mucho más a nuestra sociedad,
por eso escribo el poema, que termina este verso".



Primer premio local de poesía Jorge Manrique 2009.