"Ha cambiado el pueblo mucho
en éstos, mis sesenta años,
ahora en casa yo me ducho,
sin ir a Perete a los baños.
También me "efalagaba"
metiéndome en un lebrillo
y por si acaso me ahogaba,
ponía al lado un martillo.
Tenemos ya agua potable
y no cagamos en el basurero,
que la taza es más confortable
y no hay que hacer agujero,
por muy bien que lo tapabas,
luego escarbaba la gallina,
hasta que la encontraba
y se comía la "catalina".
¡Qué tiempos aquellos!,
como no había secador,
secaban las mozas los cabellos
en la puerta, tomando el sol.
Porque no estaba Llongueras,
no había tanto champú,
ni nada que se le pareciera,
bueno, el detergente Tu-Tú.
Con jabón de aceite y sosa
se lavaba toda la ropa
en tabla o en una losa,
allí, frota que te frota.
Se pasaba la madre horas,
en un arroyo y en los pozos,
porque no había lavadoras,
verla blanca eran sus gozos.
En la lumbre se hacían los guisos,
tanto en invierno como en verano,
la orza, llena de lomo y chorizos
y no había quien metiera la mano.
"A ver si nos llegan a la siega",
más de una madre nos decía,
te mandaba a por vino a la bodega,
y sin rechistar se obedecía.
"Cuando venga tu padre te vas a enterar,"
decían las madres también muchas veces,
el muchacho se escondía para esperar,
a su padre con la correa hecha dobleces.
Al padre se le tenía mucho respeto
se le ayudaba lo que se podía,
terminaba y te quedabas quieto
hasta ver qué era lo que te decía.
Cantaba Jose Luis Perales
en una emisora de radio,
cuando vivía en los Ardales
lo escuchaba casi a diario.
Luego vino el radiocasete,
donde grababas las cintas,
que escuchabas varias veces
con canciones distintas.
Cuando era yo un "zaramingo"
me daba mi madre cinco duros,
y me sobraba de pasar el domingo,
y éso que ya fumaba puros.
Entonces había de sobra trabajo,
y eran las cosas de otra manera,
dejabas las herramientas en el tajo,
y te ibas a jugar al fútbol a las eras.
Recuerdo hace muchos años atrás,
con pantalón campana y melena,
nos recibían los paulatos a "pedrás",
al traernos la Virgen de Mairena.
Hoy estamos ya más civilizados,
y peleamos cantando canciones,
cuando hacemos ambos traslados,
juntos le vamos rezando oraciones.
"Del cielo vengo mandado
del árbol del Paraíso,
vengo a ponerme a tu lado,
si me quieres de compromiso."
Al pretender a una mujer,
yo sé de uno que éso le dijo,
pero no tuvo nada que hacer,
pués ella lo mandó al "pijo".
Algunas, las pretendieron tantos,
que dudo mucho en la elección,
por éso, quedo para vestir santos
esperando una mejor ocasión.
Ahora es una amable solterona,
que vive con su madre o sola,
echando de menos esa persona
que al despertarse le diga, hola.
Si se quedaba la novia "preñá",
no se podía casar de blanco,
porque estaba la suegra "empeñá",
que la nuera iba por el dinero del banco.
Luego algunas hacían las paces,
otras tenían ya una herida
que luego, aunque mucho la abraces,
la durará la herida toda la vida.
Y ya por fin, vamos de boda,
chocolate, bizcochos y soletillas,
la casa está llena de gente, toda,
hasta en el patio y la cocinilla.
Al mediodía, cocido con sus fideos,
te llenaban con colmo el plato,
y te rechupeteabas los "deos",
después a echar la siesta un rato.
Más tarde, baile y a "restregar la cebolleta",
las mozas ponían los codos en el pecho,
para evitar que se le arrime la bragueta,
pero más de uno novio así se ha hecho.
En la cena, carne con salsa,
y escuchar a los recién casados,
que se salen por la puerta falsa,
dejando a los escuchas, preparados.
Cuando el matrimonio tenía una chiquilla,
te decían por las calles la gente,
"ya tú luego comes tortillas",
todos sabemos ya el referente.
De que llamaron los padres de él,
y no les abrieron la puerta,
pero al llegar los de ella, fue él
quien no les dio la misma respuesta.
Aunque entonces había machismo,
yo lo sé, porque lo vi en mi trabajo,
el refrán, que hoy dice lo mismo,
"ruégale a Dios, que el tejado esté bajo".
La mujer es economista y ahorradora,
es el equilibrio en el mismo hogar,
cría con esfuerzo a sus hijos y los adora,
y además tiene que trabajar".